Hace rato que soy una “vieja mamá”, lo de “vieja” no lo digo por mi edad precisamente, sino por todas las cosas que ya me ha tocado vivir con mis tres hijas. Lo bueno, lo malo y lo feo también, como dicen por ahí.
Ahora estoy en una etapa que parece iniciar antes de lo que quisiera, pero que la primera experiencia me ha enseñado debo tomármela con seriedad, pero de una manera relajada. Seriedad por lo que involucra, pero con relax porque todos pasaremos por allí y no es más que un paso más en la etapa de crecimiento de nuestros hijos.
Si, ya quizá muchas de ustedes sepan a qué me refiero: a la tan temida adolescencia… que para remate, en estos tiempos de nuestros hijos, tiene una etapa previa que aunque personalmente pasé por allí, nunca me la habían presentado: la etapa de “Pre-Teen”, como dice mi hija mediana. Y muy orgullosa por cierto, porque ella está segura que pertenece a este selecto grupo de personas.
Pero, ¿qué involucra todo esto y por qué se le llega a tener tanto temor de acuerdo a los cuentos de terror de quienes ya la han vivido? Pues yo les cuento, que ya voy para la “temida” segunda vuelta.
En primer lugar, ya nuestro angelito o angelita, del cual a estas alturas ya nos hemos sentido suficientemente orgullosas y que creemos que nunca, pero nunca nos traerá mayores disgustos, ni problemas; por algún motivo hormonal, dicen los entendidos, ya nos es tan dulce, ni se muestra tan dispuesto a complacernos en aquellos favorcitos, o en aquellas tareítas que últimamente nos venían aliviando el quehacer diario. Ahora, son más calladitos. Al complacerlos, no son tan agradecidos, ni tampoco los vemos tan felices, como siempre se habían mostrado en ocasiones parecidas.
Analizándolos de otro ángulo, es un tiempo divertido al inicio. Nos podremos dar cuenta de que desde hace un tiempo no los tenemos que corretear tanto para que se peinen, se arreglen, ni siquiera para que se combinen la ropa. Sí, porque por experiencia sé que hasta las niñas pareciera que limpiaran el colegio con su ropa y hacen extrañas combinaciones. Pero por alguna misteriosa razón, pareciera como si la moda y ellos hubiesen hecho las paces al fin y hasta que la moda les secuestró la mente, pues además de tener el mejor sentido “común”, para combinarse y vestirse, según ellos, claro; también adquieren la valentía para utilizar cosas que no nos parecen tan graciosas, pero que están “fashion”.
Y hablando de cosas graciosas, tampoco nosotras seremos tan graciosas, ni veneradas como antes. Ahora nuestro “Pre-teen”, nos ve con los ojos de la verdad y perdonen, que se los diga pero muchas veces nos verán como un atentado contra su vida social y como verdaderas precursoras de la ridiculez y la falta de tacto. Preguntas tan sencillas, pero hechas en público como: ¿Te duele el estómago? O ¿Esa no es la amiga de la que me hablaste? Serán acogidas con una mirada fría y un reproche clásico: ¿Por qué siempre me tienes que avergonzar…? Y usted mirará para un lado y para otro y no sabrá que habrá dicho de malo ¿?.
Etapas de la vida como la menopausia, será su status permanente ante los ojos de su hijo de ahora en adelante; y los números de su edad serán tan grandes para ellos, como lo son para usted los 70 u 80 años de alguien.
Sí, nuestros niños ya empezaron a crecer y con ello cambiarán algunas cosas… pero aunque no lo crea, todos estos inconvenientes del camino que he venido mencionando, ninguno es tan importante como los buenos descubrimientos que hará en sus hijos:
Los sentirá lógicos en muchos de sus razonamientos y esto sin darse cuenta en qué momento ese niño o niña empezó a entender algo de la vida y los verá transfigurarse de vez en cuando en ese hombre o mujer que será en unos poquísimos años, menos de los que ahora tiene.
Tendrá usted la hermosa misión, ya no solo de dar órdenes concretas, esas ya deben estar marcadas, ahora tendrá que aconsejar y enseñar cosas aprendidas de la vida misma y de cómo es.
En el camino, escuchará llantos, decepciones y tristezas, pero también sentirá abrazos que le dicen entre llantos, que usted es la mejor mamá del mundo por su comprensión y por su incondicionalidad. Y posiblemente nunca escuchará decir la tan anhelada frase de “Tenías razón mamá”, pero eso no importa, porque los resultados solos, le darán la razón.
Y su hijo… ese mismo que quien sabe cuántas veces se haya avergonzado de usted durante su adolescencia, siempre volverá a usted para pedirle algún nuevo consejo de la vida…!
Mi gran lección:
En la vida todo pasa, menos nuestras enseñanzas como madres.
En la niñez, en la adolescencia, no importa cuántas dificultades tengamos en nuestra vida como madres, todo eso va a pasar. Pero como un árbol firme, aunque flexible al viento en ocasiones, así será la personalidad de nuestros hijos; y en ella, estarán implícitas todas nuestras enseñanzas y consejos, no importa cuántas veces hayan sido rechazadas. Al final veremos a ese niño o niña, convertido en un hombre o mujer del cual nunca dejaremos de sentirnos orgullosas y diremos aliviadas: ¡Ese es mi hijo…!