jueves, 29 de marzo de 2012

La adolescencia de nuestros hijos, el inicio de un gran cambio

Hace rato que soy una “vieja mamá”, lo de “vieja” no lo digo por mi edad precisamente, sino por todas las cosas que ya me ha tocado vivir con mis tres hijas.  Lo bueno, lo malo y lo feo también, como dicen por ahí.
Ahora estoy en una etapa que parece iniciar antes de lo que quisiera, pero que la primera experiencia me ha enseñado debo tomármela con seriedad,  pero de una manera relajada.  Seriedad por lo que involucra, pero con relax porque  todos pasaremos por allí y no es más que un paso más en la etapa de crecimiento de nuestros hijos. 
Si, ya quizá muchas de ustedes sepan a qué me refiero: a  la tan temida adolescencia…  que para remate, en estos tiempos de nuestros hijos,  tiene una etapa previa que aunque personalmente pasé por allí,  nunca me la habían presentado:  la etapa de “Pre-Teen”, como dice mi hija mediana.  Y muy orgullosa por cierto,  porque ella está segura que pertenece a este selecto grupo de personas.
Pero, ¿qué involucra todo esto y por qué se le llega a tener tanto temor de acuerdo a los cuentos de terror de quienes ya la han vivido?  Pues yo les cuento,  que ya voy para la “temida” segunda vuelta. 
En primer lugar, ya nuestro angelito o angelita, del cual a estas alturas ya nos hemos sentido suficientemente orgullosas y que creemos que nunca, pero nunca nos traerá mayores disgustos, ni problemas; por algún motivo hormonal, dicen los entendidos, ya nos es tan dulce, ni se muestra tan dispuesto a complacernos en aquellos favorcitos, o en aquellas tareítas que  últimamente nos venían aliviando el quehacer diario.  Ahora, son más calladitos.  Al complacerlos, no son tan agradecidos, ni tampoco los vemos tan felices, como siempre se habían mostrado en ocasiones parecidas.
 Analizándolos de otro ángulo, es un tiempo divertido al inicio.  Nos podremos dar cuenta de que desde hace un tiempo no los tenemos que corretear tanto para que se peinen, se arreglen, ni siquiera para que se combinen la ropa.  Sí, porque por experiencia sé que hasta las niñas pareciera que limpiaran el colegio con su ropa y hacen extrañas combinaciones.  Pero por alguna misteriosa razón, pareciera  como si la moda y ellos hubiesen hecho las paces al fin y hasta que la moda les secuestró la mente, pues además de tener el mejor sentido “común”, para combinarse y vestirse,  según ellos,  claro; también adquieren la valentía para utilizar cosas que no nos parecen tan graciosas, pero que están “fashion”.
Y hablando de cosas graciosas, tampoco nosotras seremos tan graciosas, ni veneradas como antes.  Ahora nuestro “Pre-teen”, nos ve con los ojos de la verdad y perdonen, que se los diga pero muchas veces nos verán  como un atentado  contra su vida social y como verdaderas precursoras de la ridiculez y la falta de tacto.  Preguntas tan sencillas, pero hechas en público como: ¿Te duele el estómago? O  ¿Esa no es la amiga de la que me hablaste?  Serán acogidas con una mirada fría y un reproche clásico:  ¿Por qué siempre me tienes que avergonzar…?  Y usted mirará para un lado y para otro y no sabrá que habrá dicho de malo ¿?.
Etapas de la vida como la menopausia, será su status permanente ante los ojos de su hijo de ahora en adelante; y los números de su edad serán tan grandes para ellos,  como lo son para usted los 70 u 80 años de alguien.
Sí, nuestros niños ya empezaron a crecer y con ello cambiarán algunas cosas… pero aunque no lo crea, todos estos inconvenientes del camino que he venido mencionando,  ninguno es tan importante como los buenos descubrimientos que hará en sus hijos: 
Los sentirá lógicos en muchos de sus razonamientos  y esto sin darse cuenta en qué momento ese niño o niña empezó a entender algo de la vida y los verá transfigurarse de vez en cuando en ese hombre o mujer que será en unos poquísimos años, menos de los que ahora tiene. 
Tendrá usted la hermosa misión, ya no solo de dar órdenes concretas, esas ya deben estar marcadas, ahora tendrá que aconsejar y enseñar cosas aprendidas de la vida misma y de cómo es. 
En el camino, escuchará llantos, decepciones y tristezas, pero también sentirá abrazos que le dicen  entre llantos, que usted es la mejor mamá del mundo por su comprensión y por su incondicionalidad.  Y posiblemente nunca escuchará decir la tan anhelada frase de “Tenías razón mamá”, pero eso no importa, porque los resultados solos,  le darán la razón. 
Y su hijo… ese mismo que quien sabe  cuántas veces  se haya avergonzado de usted durante su adolescencia, siempre volverá a usted para pedirle algún nuevo consejo de la vida…!

Mi gran lección:
En la vida todo pasa, menos nuestras enseñanzas como madres.
En la niñez, en la adolescencia, no importa cuántas dificultades tengamos en nuestra vida como madres, todo eso va a  pasar.  Pero como un árbol firme, aunque flexible al viento en ocasiones, así será la personalidad de nuestros hijos;  y en ella, estarán implícitas todas nuestras enseñanzas y consejos, no importa cuántas veces hayan sido rechazadas.  Al final veremos a ese niño o niña, convertido en un  hombre o mujer del cual nunca dejaremos de sentirnos orgullosas y diremos aliviadas: ¡Ese es mi hijo…!

Comprenda mejor a sus niños, adentrese en su mundo infantil

Hay un mundo paralelo al nuestro que corre y se transforma sin siquiera darnos cuenta y al que tenemos acceso casi todo el tiempo, pero que sin embargo entramos y salimos sin   percibirlo realmente.
Es un mundo maravilloso y singular al cual entramos sintiéndonos superiores y riéndonos de lo que observamos de él.  Y no es para menos que nos sintamos así.  En nuestro mundo,  los trapos rojos no son capas mágicas que nos transforman en superhéroes, ni las pailas y los sartenes se vuelven utensilios útiles para formar una banda de rock, ni las muñecas que son llevadas por una mano hasta la piscina de juguete, son reales; pero eso es en nuestro mundo…
En este mundo mágico del que les hablo, valga la pena tanta redundancia,  las cosas suceden diferentes.  Como buenas mamás, muchas de ustedes ya saben de qué les hablo.  Del mundo mágico en el que viven nuestros hijos.   
Sin embargo, por si aún no han podido adentrarse mucho en él,  quisiera hacerles un recorrido por algunas experiencias y personajes que he conocido a través de las experiencias que como mamá desde hace 17 años,  he adquirido.
Prepárense par abrir sus mentes y liberarlas de cualquier incredulidad porque aquí todo puede pasar y créanme que pasa:
Al primero que les quiero mencionar es al niño “Dedos rápidos”.  Su propia madre, me dijo que le dicen así en la guardería.  Tiene tres añitos recién cumplidos, pero la habilidad de Flash el superhéroe de nuestros tiempos,  para mover sus dedos y manos tan rápido, que puede tomar cualquier cosa y volverla un verdadero objeto,  para cualquier otro ser humano:  inalcanzable. 
Un día de visita en su casa pude corroborar su agilidad al tomar objetos de cocina y convertirlos en verdaderos tesoros musicales, casas, muebles de papá, aviones, cohetes,  etc.  Y todo lo hacía tan rápido que cuando su madre daba media vuelta para guardar lo que para ella era una vasija, él ya había logrado sacar todas las del otro lado para hacer tambores  de colores con asiento, público  y todo.
Y que me dicen de mi vecina “Pamelita”, de cuatro añitos,  que tuvo el placer de visitarnos una tarde con sus sandalias de tacón lila y plumas en el frente.  Caminaba como toda una dama y se sentía y veía espectacular.  Por eso de que “para verse,  hay que creerse”, pienso yo.  Y además,  hizo lo que muchas mujeres de “nuestro mundo” quisieran hacer, ¡Correr con sus tacones sin caerse…!
También está en este recorrido,  un Superamigo que conocí hace casi nueve años.  Recuerdo que llevé a mi hija mayor a una fiesta de cumpleaños y cuál no sería mi sorpresa cuando SUPERMAN “niño”, salió volando con su capa roja a recibirnos contento por su séptimo cumpleaños.  Por cierto hace como un mes lo volví a ver y creo que: o ya había entrado en el anonimato o había entrado a vivir como nosotros, pues para nada recuerda aquel episodio de cumpleaños, que tanto recuerdo yo y que hizo que mi esposo desde entonces, se refiriera a él y a su familia como:  “¿Cuál?  Superman, él que salió a recibirnos.” O “Ah, la familia de Superman.”
Pero ya más cerquita a nuestras casas, qué me dicen de la gran colección de flores de papel y “retratos” donde aparecemos como verdaderas estrellas,  nada más que con la forma anónima de bolitas con palitos y dos “s s” (eses) encontradas por cabello y además con largas pestañas y una sonrisa espectacular.  Pintura exclusiva, creación especial de nuestros hijos solo para nosotras, tan hermosas.
Creo que las que tenemos niñas, no nos hemos escapado nunca de la gran experiencia de encontrar a una supermodelo maquillada un poco como Ronald M, pero ataviada con altos tacones  y alguna hermosa blusa y/o collar, que se nos presenta orgullosa y a la que tenemos que admirar, aunque en el fondo no entendamos mucho el concepto que quiere presentar.
Pero si recordamos un poco, nos daremos cuenta de que nosotras también formamos parte en alguna ocasión, de ese mundo maravilloso…  y también fuimos víctimas de él.  En Kinder me llegó volando un avión con sonido supersónico, que al acercase a mí se convirtió en niño,  me acorraló y me dio mi primer beso:  Un intempestivo beso en la mejilla, ante la mirada estupefacta de mis compañeritas  y una mezcla de vergüenza y orgullo de mi parte.   
Mi esposo y mi cuñado, que ahora son músicos, hicieron sus primeros pininos musicales, justo después de fiestas patrias, igualito que nuestros hijos.  Usaban dos latas cualesquiera como redoblantes y marchaban uno detrás del otro durante todo el mes patrio alrededor de su casa.  
¿Y yo…?   Pues igual que nuestras hijas,  igual que ustedes.  En fiestas patrias, yo era capitana de batuteras  o marimbas…!

viernes, 11 de noviembre de 2011

Incentivemos habilidades en nuestros hijos para verlos triunfar

Desde hace unos años, mi hija mediana practica natación.   Empezó a los cinco añitos en un curso de verano y siguió desde entonces primero en cada verano y ahora lo hace practicando durante todo el  año, ya que forma parte de un equipo municipal.
Inicialmente esto no era nada serio, fue por acompañar a su hermana mayor al curso y se quedó en uno para niños de su edad.  Les participo que estos cursos son buenos,  porque al final de cada uno,  hacen una competencia por nivel y van “fichando” a los mejores nadadores y reclutándolos. 
La primera vez que mi hija compitió a los cinco años,  ganó; sin embargo,  no tomamos esto en serio,  porque  lo atribuimos al impulso del susto;  ya que al ver salir  los demás niñitos hacia la meta, se quedó paralizada escuchando como todos les gritaban que se tirara, antes de lanzarse tan nerviosa que no paró a ver nada más, hasta alcanzar la orilla opuesta, en primer lugar. 
Por supuesto que yo me alegré y me puse muy contenta, pero todos sabemos en las increíbles cosas que logra el ser humano cuando está asustado, así que no le dimos mayor  importancia, la felicitamos eso sí, efusivamente Y le incentivamos para que siguiera así; aunque  lo tomamos como un triunfo casual.
Sin embargo,  hoy en día, orgullosamente debo admitir, que Gracias a Dios no era nada casual.  Mi hija ha ganado varias medallas de oro, forma parte de un equipo de natación y compite en varias categorías.   Ella en realidad es buena en esto…  Nada heredado de su madre, por supuesto; yo solo puedo nadar como “perrito” y me entra fobia si no toco el fondo. 
Pero todo esto no se los cuento solo porque sepan las buenas noticias de mi hija, no.  Sino porque quiero compartir con ustedes el orgullo que se siente, al  ver a alguien tan tuyo “alla”,  del otro lado,  logrando cosas importantes. 
En su última competencia, me enorgullecí  hasta el llanto,  al verla hacer su trabajo,  tan segura de sí.   Y cuando escuchaba a las demás personas hablando de ella, como una de las mejores nadadoras del equipo, sin saber que la señora que tenían a su lado era yo,  su madre.  Ese fue uno de los mayores premios de mi vida como madre. 
Posiblemente ya les habrá tocado a algunas de ustedes vivir esta experiencia, o posiblemente la vayan a vivir dentro de poco.  No importa lo que su hijo haga:  Si recita una poesía, participa de las olimpiadas, canta, es puesto de honor,  está en una obra de teatro, es líder de un grupo o está graduándose del colegio o de la universidad. 
Es maravilloso verlos ejecutar  lo que mejor saben hacer.  Y es grandioso ser esa persona que desde el público  sabe en realidad todo lo que ha costado y está en ese momento recibiendo por mil su gratificación.
Es entonces cuando cobra sentido todo lo que hemos tenido que dejar de hacer, todo lo que hayamos pospuesto, todo el costo que hayamos pagado, todos los desvelos, retrasos y contratiempos que hayamos tenido, ya no importa nada de eso.  Descubre usted en este instante para que lo hizo y se da cuenta que valió la pena. 
Un día de la madre o un cumpleaños,  no serían mejor que este momento.  Nada en el mundo se compara, al momento de éxtasis en donde vemos a un hijo obtener un logro y a nosotras obtenerlo por tres:  Por él, por nuestro sacrificio como madre y por el solo hecho de que no importa cuántas personas haya en el lugar, usted será el personaje principal siempre, porque solo a usted su hijo se le acercará emocionado y le abrazará diciéndole “¡Lo logré mamá!”.
          Como mujeres y madres, vamos por la vida de un lado para el otro haciendo todo lo necesario porque nuestros hijos estén bien.  A veces incluso nos descuidamos a nosotras mismas y queremos regresar sobre nuestros propios pasos para hacer los correctivos necesarios.  No obstante,  cuando algo tan significativo como el triunfo de un hijo pasa.  Es entonces cuando recién entendemos que ese sentido de entrega que Dios nos da como madres, funciona por encima de todo lo demás y que nuestros instintos de dar y cuidar de nuestros hijos están desarrollados más allá de nosotras mismas y cualquier cosa en la vida...
Confiemos  en nuestro Instinto Maternal, Dios nos lo regaló como brújula para no perder el camino por el que debemos llevar a nuestros hijos a través de la vida.

Artículo escrito para la Revista Mamá de Hoy www.mamadehoy.com, adaptado para este blog por su autora, Nereida Patiño

Relaciones amistosas entre niños, las bases para una vida sana y plena


Una de las cosas más tristes para  una madre es descubrir que alguno de sus hijos casi no tiene amigos. 
                ‘…No tengo amigos en la escuela, - fueron las palabras de mi hija de preescolar, -solo Javier  y Patricia son mis amigos y comparten conmigo, los demás no me hablan cuando los saludo…”
                Mi esposo y yo nos miramos y tratamos de explicarle que en realidad uno no es amigo de todos, ni todos pueden ser amigos de uno, para que no se preocupara, que quizá todo se debía a que no la conocían muy bien; pero en realidad nos sentimos tristes, de que nuestra niñita no estuviese aprovechando estos años tan lindos de su infancia llena de amigos, como suponíamos. 
                Gracias a Dios, no había transcurrido mucho rato de esta desilusionante conversación cuando al llegar a la cocina, encontré una tarjeta de invitación:   Era para ella, mi hija pequeña, la misma que no tenía amigos y a la que nadie saludaba.  Y además no era ni de Javier ni de Patricia: era de Diego.   Un compañerito que al preguntarle a ella, no sabía ni quién era.
                Lo que me sospechaba, ella tampoco sabe mucho sobre sus compañeros, no solo ellos desconocen de ella, sino que también de viceversa.  Tampoco sabía que estaba invitada a esa fiesta.  Como son niños tan pequeños, los padres de familia envían las tarjetas, con los nombres de los compañeros proporcionados por las maestras y ellas las ponen en las mochilas, sin que los niños se enteren.
                Como era de esperarse no faltamos a la cita: es más, desde que le avisamos de la fiesta  a Isabella, puso a  Diego entre sus “amigos”, y no se olvidó, hasta el día acordado.
                Pues, allá estuvimos el día de la fiesta.  Fue muy “linda”,  con mamás llamando y corrigiendo; niños corriendo y  gritando emocionados; payasos, burlándose de las mamás, premios y caritas felices al recibirlos. 
Los niños como es natural se conocían y se hablaban más de acuerdo al momento y a quien tenían cerca cada uno,  ni siquiera en grupitos, porque aún son muy pequeños.  Mi hija, como esperaba,  no fue el centro de la fiesta, pero nadie lo fue;  ni siquiera el cumpleañero.  Ella lo conocía, pero como a uno más de sus compañeros y él a ella igual.
Allí conocí a Javier, el cual sí es cierto que compartió con ella más que los demás, pero a Patricia en cambio solo la conocí  de pasada, no quiso aceptar la invitación de mi hija de venir a conocerme, ni las vi hablando más de un minuto.  Sin embargo,  conocí a Laura, la niña que más llamaba a mi hija a jugar y la única que ella nunca me había mencionado. 
Al final de la fiesta, le pregunté a mi hija qué como había pasado la tarde, a lo que me contestó contenta: “Divertida mami, como tú también”.  Porque  para los hijos estas fiestas son tan importantes que no imaginan que a veces son un verdadero sacrificio para sus padres, todas las  mamás que llevamos a nuestros hijos a una fiesta o hacemos una,  sabemos que son necesarias no solo para darles felicidad, sino también para desarrollar lazos sociales y amistosos,  y esto;  aunque no lleva esta intención, no solo para ellos, sino también para nosotras, quienes de fiesta en fiesta, conocemos a  otros padres,  los cuales a menudo veremos desde ahora y por lo menos en los próximos diez años, así que también se harán amigos nuestros.
Sí, mi hija y todos los asistentes a la fiesta se despidieron felices esa tarde.  Y las mamás y papás,  debo mencionarlos, que también asistieron, estuvimos satisfechos de haber reservado para nuestros hijos ese momento  en que son parte del “selecto grupo”  de los invitados a un cumpleaños.
Ya Isabella no recuerda, la noche en que me habló de que nadie la saludaba, ya tiene un recuerdo más cercano del día en que fue a “La Fiesta de Diego”,  como una más de sus invitadas y se divirtió y compartió con todos y donde todos la saludaron y también la despidieron por igual…
Las relaciones amistosas son tan importantes para  los niños, como lo son para los adultos.  Les ayudan a tener identidad y sentirse parte de un grupo, aunque a veces las cosas no funcionen como ellos quisieran.   Justamente estos encantos y desencantos amistosos,  son los que les darán la experiencia y ayudarán mañana a desenvolverse como personas afectivamente sanas y fuertes  en un mundo adulto cada vez más competitivo y exigente.
               
Artículo escrito para la revista Mama de Hoy  http://www.mamadehoy.com/ , adaptado para este blog por su autora Nereida Patiño.

sábado, 4 de junio de 2011

Mejorar nuestro profesionalismo e ingresos desarrollando una Actitud Positiva en el trabajo

Hace unos días, ví a una chica “aparentemente" muy profesional, pero cometiendo el  peor error que un colaborador puede hacer.  Discutir con su jefe, para justificar y explicar la omisión de una instrucción que no siguió y que había traído malas consecuencias a la empresa. 
Al final de 10 minutos de de una inútil discusión, la chica tuvo que aceptar su error y salir de allí pidiendo disculpas y no sin antes haber dejado la impresión de ser una persona negativa ante el trabajo.
Muchos quizá me preguntarán:  ¿Pero y qué más podría hacer si debía explicar sus motivos?  Pues sí,  explicarlos tal vez, pero no justificarlos; sino aceptar su error, pedir disculpas de una vez por todas y hacer ver que la próxima oportunidad estaría más al pendiente o lo haría diferente.  Y ya!
Lo que a esta chica le faltó,  es la actitud que buscan los jefes en sus subalternos, la cual a su vez es la misma que hace que un colaborador suba, se estanque o se elimine a sí mismo en el mundo laboral.  La muy bien llamada Actitud Positiva.
No importa si eres  un colaborador de nivel bajo, medio o alto.  Solo la actitud positiva te ayudará avanzar o descender en el mundo profesional. 
Pero, ¿qué es y en qué consiste la Actitud Positiva?
 La Actitud, no es más que la manera en que nos conducimos en nuestras labores diarias. 
Positiva, le llamamos a la forma  creativa y entusiasta con que ejecutemos cada tarea asignada.
La Actitud Positiva, consiste entonces en  que,  ante cada uno de los desafíos a que nos enfrentamos en  nuestra labor diaria,  busquemos  la manera más beneficiosa y entusiasta, desde el punto de vista del negocio, de resolverlo.  Sin incomodarnos por el esfuerzo, ni pensar que esta es nuestra milla extra.  En realidad,  para esto se nos paga.   
También incluye un poco de pensar: ¿cómo harías si la empresa fuese tuya?  Aunque trabajes en una multinacional, es importante que siempre te desarrolles pensando como lo harías si el negocio y el dinero invertido en él, incluyendo el que paga tu salario, fuese tuyo. 
Sin saberlo esto te va a dar los parámetros para manejarte de la manera más acertada posible y conjugará eficiencia y eficacia a la vez.  Lo que te convertirá entonces sí, en el colaborador que mejor desempeñe tu misma función dentro de tu mismo rango o nivel laboral.  Y, ¿adivina a quien será el próximo a que le mejorarán el salario o le tomarán en cuenta para un aumento?
No importa de qué lado estés: 
Si eres un nuevo emprendedor, toma nota de las personas de que te tienes que rodear, para que tu negocio mejore cada día y brinde modelo de calidad.

Si por el contrario, eres un profesional de cualquier rama, no importa el nivel laboral en que te encuentres, ten en cuenta que las empresas pagan fortunas a estas personas por el volumen de positivismo y buenos resultados que arrastran a su paso.  Y a que normalmente a estas personas una vez descubiertas, no las dejan escapar. 
Trabaja cada día como el ejecutivo que deseas llegar a ser y verás que más pronto de lo que esperas,  lo serás!