Hace unas semanas nació un nuevo “sobrinito”. Viéndolo, pareciera que Dios mismo le hubiese pintado la carita pues es como un angelito de lo hermoso, lindo y sanito que es. Sus papás están felices al igual que el resto de su familia. Pero su abuela materna, “una amiga del alma”, es la más feliz después de su mamá. Y no es para menos…
Es la primera vez, con lo que le gustan los niños y desde que su hija era bebé; que mi amiga tiene a un bebé tan cerquita, tan cerquita, casi como si fuese suyo; porque todas sabemos que con excepción de los deberes de manutención, la abuela es equivalente a la mamá con todos los poderes y derechos sobre los nietos.
Mi amiga trata de no entrometerse entre el bebito y sus papás, pero está al pendiente de todas sus necesidades y es custodia de que nada le falte.
Tenía mil problemas un segundo antes de la labor de parto de su hija, pero milagrosamente tan pronto esta inició y durante las horas que duró el alumbramiento hasta el nacimiento del bebé; pareciera que todos se fueron resolviendo, porque ahora nada es más importante, ni tampoco tan urgente de resolver… Solo importa que el bebé este bien.
Y pensar que hace unos veintitantos años atrás, Nohelia, como le llamaré para mantenerla en el anonimato, decidió sin darse cuenta la felicidad que la inunda hoy y que le corrobora una vez más que no se equivocó. Es que ella, nunca pudo concebir, aunque hizo todos los intentos que la época permitió. Fueron años muy difíciles, con las esperanzas en el aire, queriendo formar nubes rosas que nunca se modelaron.
No la conocía entonces, pero a través de los años, la he visto amar y sacrificarse tanto por esa hija, que no me cabe la menor duda de todo su sufrimiento. Sin embargo, Dios le concedió del don de la visión y la fe, más allá de la tristeza; y le permitió a su corazón ver la esperanza y dar y sentir el amor entre un hijo y una madre, al darle a su vida la oportunidad de adoptar un bebé.
Me cuentan, que en ese entonces, fue una decisión lenta y difícil, con la gran incertidumbre que solo el tiempo resolvería, de estar haciendo lo correcto. Y por lo que me ha tocado vivir cerca suyo, se que tampoco fue una decisión fácil de llevar a cabo. Como todas las mamás, Nohelia ha tenido, desencuentros, tristeza y hasta decepción a lo largo de su vida maternal. Más, nada de eso ha hecho que se arrepienta ni un solo instante de haberse decidido a ser mamá. Porque a cambio de eso, también ha tenido muchas alegrías: cumpleaños que celebrar, escuelas que visitar, paseos que realizar, bracitos que rodeen su cuello para abrazarla, un cuerpito a su lado a quien proteger y ahora más cercano, tuvo una boda que preparar, un nietito que esperar…
Sin embargo, creo que todavía, Nohelia no alcanza a comprender por todo lo ilusionada que este nuevo angelito la tiene, que recién acaba de recibir la respuesta a todas sus plegarias en momentos tristes, la recompensa divina a todo su amor tan desinteresado, la respuesta más concreta a la pregunta más difícil de resolver: ¿Estaré haciendo lo correcto?
La felicidad aún la tiene trastocada, ¡en buena hora por ella! Pero se que cuando ella asimile todo esto tan bonito que ahora vive… Vendrá todavía algo mejor: Verá el desenlace y la importancia de su decisión de hace tantos años atrás. Sentirá un regocijo muy grande, como de quien llega a la meta y encuentra la recompensa a la vez. Se sentirá bien consigo misma y estará orgullosa de sí y agradecerá a ese Dios tan inmenso el haberle permitido, aunque no de la manera tradicional, entrar a ese grupo tan privilegiado donde se es mamá y se da y se recibe amor, no solo por una generación… sino por todas las que vendrán.
No, mi amiga no se equivocó. –“Hiciste lo correcto, Nohelia”.
Reflexión:
La vida nos pone pruebas que debemos aprender a vencer. Un hijo es un hijo venga de donde venga, tan solo se necesita una madre para convertirlo en “un hijo” querido y amado. Felicito a las mujeres que han sido capaces de vencer todos los obstáculos y se atrevieron a dar el paso de ser mamás por adopción. Pero más felicito a sus hijos, por la bendición de tener una madre valiente que los cuida y los protege y con la facultad de amarlos por encima de todos los prejuicios sociales.
Reflexión:
La vida nos pone pruebas que debemos aprender a vencer. Un hijo es un hijo venga de donde venga, tan solo se necesita una madre para convertirlo en “un hijo” querido y amado. Felicito a las mujeres que han sido capaces de vencer todos los obstáculos y se atrevieron a dar el paso de ser mamás por adopción. Pero más felicito a sus hijos, por la bendición de tener una madre valiente que los cuida y los protege y con la facultad de amarlos por encima de todos los prejuicios sociales.
Y a las señoras que puedan estar teniendo alguna dificultad en concebir, las exhorto a que continúen en su intento, pero que no descarten la alternativa de una adopción. Esta decisión les puede cambiar la vida y devolver el amor y la esperanza a sus vidas y a la de alguien más…
Escrito originalmente para revista Mama de Hoy, www.mamadehoy.com, modificado para este blog por su autora Nereida Patiño.
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